
Estos días estuvieron repletos de gotas. Una lluvia incesante y las lágrimas de la impotencia se mezclaron en nuestra ciudad mientras veíamos más de cuatrocientos milímetros de precipitaciones arrasar las calles y entrar en las casas de nuestros vecinos. Llovió en tan solo doce horas el equivalente a cuatro meses de mayo y algunos barrios quedaron bajo casi dos metros de agua.
El Arroyo de La Cruz rebalsó y arrastró agua y tierra por sobre la ruta, los caminos y las casas de terrenos bajos y aledaños a su recorrido. La mayoría de los vecinos no supieron muy bien qué hacer más que levantar algún que otro electrodoméstico arriba de una mesa o silla, y empezar poco a poco a autoevacuarse a medida que el agua seguía subiendo.
Muchos manifestaron que esta inundación grandilocuente nos agarró por sorpresa, pero nada está más lejos de la verdad. Además de la alerta naranja que regía en ese momento, ya veníamos con dos inundaciones en febrero y marzo, que habían hecho que algunos pequeños habitantes de nuestra ciudad comenzasen a dudar.
Ésta fue por lejos la peor de todas las inundaciones de los últimos veinte años, pero ya por el mes de abril, los alumnos de 5º y 6º grado de la Escuela Primaria N° 26 “María Luchillo de Brutti” habían comenzado a hablar del tema y a elegirlo como problemática para estudiar, analizar y presentar en la Feria de Ciencias. La Feria aún no llegó, tendrá lugar el 24 de junio, pero sin lugar a duda que ahora lastimosamente han aprendido más de una lección al respecto.

Ya no llueve, la cosa va mejorando poco a poco aunque bajó mucho la temperatura. El agua va bajando el nivel y a medida que se desanega la ciudad, se van dejando ver los destrozos y las pérdidas. La gente está bien, todos los desaparecidos de la ciudad fueron encontrados. Incluso un rescatista que cayó de su kayak evacuando un barrio y fue arrastrado por la corriente hasta el mismísimo Paraná, fue salvado de milagro por un vecino que pasaba por el lugar justo en el momento indicado. Todo el mundo lo pensaba muerto, pero dentro de esta catástrofe, este fue el milagro que se nos concedió.
La peor parte se la llevaron los animales, desde gatos y perros hasta caballos, ovejas y abejas. Las rescatistas están haciendo todo lo que se puede, pero no dan abasto porque precisan que la gente transite a los animales para poder seguir buscándolos, tratándolos, abrigándolos y alimentándolos a la medida que llegan.
En cuanto a donaciones, la verdad que la gente ayudó muchísimo. A medida que pasaban las horas y los días, los distintos clubes fueron avisando que no precisan más. Hemos podido ver a muchísimos vecinos haciendo viandas calentitas y té para paliar el frío. La sensación de comunidad, de apoyo entre los vecinos fue increíble.
Ahora resta esperar y ver cómo se los ayuda a limpiar y reacondicionar sus hogares.
También restará ver el tema de cómo empezamos a adaptarnos a inundaciones frecuentes y qué se termina haciendo desde gobierno con el cauce de los arroyos. Aunque intendentes como Sebastián Abella, de Campana, se inclinan por dragarlos, muchos especialistas enfatizan no hacerlo tanto por el daño que eso le hace a la biodiversidad como por no tratarse de una solución efectiva.
La realidad es que casi todos los barrios inundados están construidos sobre humedales, tierras extremadamente bajas y que el código de planeamiento no estipula como habitables. En un contexto de cambio climático, si seguimos así, esto va a ser cada vez más frecuente. Por eso resulta esencial, aprender de estos sucesos, por más que nos duela.
Hacer como los alumnos de la EP26 y comenzar a informarnos, comprender los distintos tipos de alertas y saber cómo enterarnos de los pronósticos a tiempo, empezar a crear una lista mental de acciones básicas e inmediatas a tomar como el corte del suministro eléctrico, la protección de documentos y electrónicos y la conservación de la batería de celulares.
También, evaluar la posibilidad de colocar compuertas en el ingreso a los domicilios, y de ser posible, comenzar a construir más en altura, rellenando el terreno o mejor aún, construyendo casas isleñas en zonas inundables. Porque entender lo que pasa, analizar qué podemos hacer al respecto y actuar de manera responsable, hacen de todos nosotros una sociedad más preparada para enfrentar los efectos tanto de fenómenos meteorológicos excepcionales, como del cambio climático.